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Amy Villaseñor - Gerente de Producto en Dataminr



Durante mi vida, me han atribuido muchos títulos y reconocimientos. Sin embargo, detrás de estos hay una historia mucho mas complicada. Me reconocían por ser Amy Villaseñor, mexicana-americana de primera generación que es parte del 2% de Latinas que componen la fuerza laboral de computación estadounidense. También me llamaban Amy Villaseñor, mexicana-americana de primera generación que cae en el 4% de Lantix que consigue una maestría viviendo en Estados Unidos.


Tengo la fortuna de poder decir que tanto mi hermana como yo fuimos la prioridad número uno para mis padres, en la comunidad que viví esto los hacía padres escasos y excepcionales. La educación y la disciplina fueron dos aspectos de suma importancia cultivados en mí. Mis padres solían decirme que si quería ser alguien en la vida y ser libre, tenía que tener una buena educación.



Nos mudamos a Atlanta cuando tenía 6 años y me vi enfrentada a una sociedad completamente diferente. Tuve que ver cómo ser mexicana me impedía ser americana, y cómo haber crecido en los Estados Unidos me impedía ser suficientemente mexicana. La raza, algo que nunca había tomado un rol importante en mi vida, también se convirtió en un problema. Cómo mi piel no era blanca pero tampoco oscura, simplemente no era nada. Consecuentemente, me empecé a desconectar con la comunidad de la que venía, pero tampoco pude conectar con la comunidad en la que vivía. Quede en un limbo.


Todo esto me llevó a la conclusión: la única forma en la que iba a ser vista y escuchada, era obteniendo diplomas y reconocimientos. Entonces, fui dedicada y aplicada y use todo el tiempo posible, hasta mi tiempo libre para sacar las mejores notas y trabajar diversos proyectos. Sin embargo, no lograba salir del limbo y nada era suficiente.


Me perseguía constantemente el sentimiento de tener que probarle a los demás que me merecía estar donde estaba. La presión de sobrepasar los estereotipos con los que venía ser mexicana era ciertamente un factor determinante a mi deterioro. Además, sentía que tenía la responsabilidad de vivir a los estándares de ese sacrificio que mis padres habían hecho para que yo tuviera una oportunidad de ser alguien en la vida. Como resultado, estaba exhausta en todo el sentido de la palabra y por más de que ignoré esto por mucho tiempo, llegó un momento en el que no pude correr más y me tocó decidir sentarme a hablar con el sentimiento.


No pensé que en este camino de encuentro con mi sentimiento, encontraría personas amables y a las que realmente les importaba. Personas que me enseñaron a encontrar mi yo pleno, y a entender que ese es mi mejor yo. Nunca podría haber imaginado este sentimiento de paz que siento hoy. La forma en que mido mi crecimiento profesional ha cambiado por completo. Ahora mido mi crecimiento profesional identificando cuánto he aprendido, qué tan bien trabajo en equipo y por midiendo el impacto de mi trabajo en otras personas. Ya no me importa el próximo sello. Ya no siento la necesidad, ni el deseo de ocultar ninguna parte de mí. Está bien ser americana y mexicana; y puedo elegir lo que quiero tomar de cada lado y el resto, bueno, es mi prerrogativa desasociarme. Entendí que mi salud mental había sufrido porque toda mi vida he competido en un mundo que no me daba un espacio, que no creía que perteneciera a él.


He alcanzado mis sueños por medio de darme cuenta que soy suficiente y que me merezco lo mismo que el resto de personas. Me enfoco en trabajar extremadamente duro, en aprender de las personas que me rodean y trato de no escuchar a las personas que me dicen que no puedo. Hoy en día trabajo en convertirme en la mejor versión de mi misma. Trabajo todos los días en seguir sintiéndome bien y trato de ayudar a que otras personas se den cuenta de que se merecen lo mismo que el resto del mundo. Aunque lo último es muy difícil de medir, vale la pena.



Trato de ayudar a que otras personas se den cuenta de que se merecen lo mismo que el resto del mundo.

Hay muchas personas que no tienen el lujo de sentirse cómodas con sus diferencias, y puedo asegurar que yo tampoco tuve ese privilegio incluso en la universidad. Sin embargo, me he dado cuenta que si las personas que me rodean no son capaces de aceptar las diferencias, son ellos los del problema, no yo.


Hay muchas personas que no tienen el lujo de sentirse cómodas con sus diferencias

Por último, comprender los antecedentes y las luchas de quienes no son como nosotros puede ser difícil. Sin embargo, incluso cuando no podemos comprender o saber completamente por lo que alguien más ha pasado, deberíamos poder actuar con los signos más humanos: el amor y la bondad.


incluso cuando no podemos comprender o saber completamente por lo que alguien más ha pasado, deberíamos poder actuar con los signos más humanos: el amor y la bondad


Escrito por: Amy Villaseñor

Traducido por: Laura Mejia & Andrea Chaves

Editado y adaptado por: Laura Mejia, Andrea Chaves & Amy Villaseñor




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